«No hay ningún secreto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse. Por tanto, todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad, se oirá a la luz del día; y lo que han dicho en secreto y a puerta cerrada, será gritado desde las azoteas de las casas» (Lucas 12:2-4).
En cierta ocasión, en uno de los noticieros de la televisión norteamericana se mencionaron los resultados de una encuesta anónima. El periodista dijo que más de la tercera parte de los alumnos de sexto curso en los Estados Unidos admintían haber sido deshonestos en sus exámenes y tareas.
Engañar a los demás no es nada nuevo. Jacob engañó a su hermano Esaú para despojarlo de su herencia hace muchísimos años. Pero ¿volarías tú en un avión cuyo piloto copió en sus exámenes? Muchos dirán que echar un vistazo a las respuestas de un compañero durante un examen de matemáticas no provoca ningún accidente aéreo, pero sí puede provocar tu caída como persona.
Los tramposos no nacen, se hacen. Comienzan diciendo mentiritas, fabricando pequeños engaños, saliéndose con la suya, y acaban en una telaraña de acero con sus picardías. Pregúntale a la millonaria que denunció a otros mientras ella cumplía sentencia en la cárcel por haber engañado en su declaración de impuestos; pregúntale al político que no fue elegido por culpa de una relación secreta que tenía con una mujer que no era su esposa; o pregúntale al banquero que vivía en el exilio por haber robado millones mientras su gente vivía en la pobreza.
Tú y yo no engañaríamos en nuestra declaración de impuestos, especialmente si tuviéramos millones de dólares. Tampoco pretenderíamos ser un mesías con el fin de enriquecernos; no robaríamos a los pobres ni seríamos tan estúpidos como para tener relaciones extramatrimoniales. Sin embargo, me pregunto si aquella mujer rica alguna vez copió en sus exámenes. Me pregunto si el Bhagwan copió sus tareas de matemáticas, o si el banquero alguna vez sustrajo dinero de la cartera a su padre. No lo sé, pero sospecho que sí. Y a la larga, ¿quién engaña a quién?
Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo