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Matinal Para Adultos 2014

Nuevos rostros: les presento a A. T. Jones

Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón. Salmo 27:3.

“¡Muerto para el mundo, y vivo para ti, oh, mi Señor!”

Con esas palabras y con las manos en alto, el sargento Alonzo T. Jones se levantó de la tumba bautismal en Walla Walla, territorio de Wáshington, el 8 de agosto de 1874. Durante semanas había estado “buscando fervientemente al Señor”, y pocos días antes había recibido “pruebas vívidas de los pecados perdonados”. Carismático, enérgico, dramático, apuesto y con tendencia a irse a los extremos, Jones se convirtió en una figura destacada en los círculos adventistas durante la década de 1890.

Jones estaba orgulloso de su pasado militar. Cualquier título de gloria militar provenía de su participación en la guerra de Modoc, al norte de California, en 1873, durante la cual asegura que él y su pelotón “sirvieron una lluvia de balas” contra el enemigo, en un esfuerzo por proteger a un oficial herido.

El intrépido Jones pasaría el resto de su vida sirviendo “una lluvia de balas” a cualquier blanco que percibiera como enemigo.

Su personalidad y su estilo de confrontación hicieron mucho para fastidiar a sus oponentes. Elena de White, repetidas veces, le advirtió en contra de sus comentarios duros, pero a Jones se le hacía casi imposible distinguir entre la franqueza y la crudeza. Él aclaró este tema en 1901, cuando algunos desafiaron su candidatura a la presidencia de la Asociación de California porque su “franqueza y crudeza de expresión […] lastimaban a la gente”. Jones se confesó culpable; pero señaló: “No puedo arrepentirme de eso, porque es simple cristianismo”.

Su aspereza hizo mucho en marcar la pauta para las reuniones de Minneápolis, cuando espetó a la delegación que él no debería hacerse responsable de la ignorancia de Urías Smith de ciertos detalles históricos sobre Daniel 7. Habiendo hecho su tarea, Jones sabía que estaba en lo cierto y subrayó su posición.

Si bien esa determinación hacia un patriarca de la iglesia no hizo mucho por su causa, su contundencia intrépida indudablemente lo ayudó en los pasillos del Congreso de los Estados Unidos y en otras partes, al luchar en contra de las inminentes leyes dominicales. Jones era un hombre que prosperaba en el fragor de la batalla.

¡Pero, de todos modos, Dios lo usó poderosamente!

Aquí encuentro algo importante para mí. Con todas mis faltas, Dios todavía puede usarme a mí (y a ti). Si bien es cierto, él desea cambiarnos si se lo permitimos, comienza con nosotros exactamente donde estamos.

Tomado de: Lecturas devocionales para Adultos 2014
“A menos que Olvidemos”
Por: George R. Knight

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