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Matinal Para Adultos 2014

La mayor necesidad del adventismo

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Mateo 5:6.

“La mayor y más urgente de todas nuestras necesidades”, escribió Elena de White en 1887, “es la de un reavivamiento de la verdadera piedad en nuestro medio. Procurarlo debería ser nuestra primera obra”. Sin embargo, observó que muchos adventistas no estaban preparados para recibir la bendición de Dios, y que muchos necesitaban convertirse. “No hay nada que Satanás tema tanto como que el pueblo de Dios despeje el camino quitando todo impedimento, de modo que el Señor pueda derramar su Espíritu sobre una iglesia decaída y una congregación impenitente” (RH, 22 de marzo de 1887).

A fines de la década de 1880, Elena de White había estado profundamente preocupada por la condición del adventismo. Había demasiados dirigentes y miembros que poseían una teoría de la verdad, pero que no comprendían la verdad en sí.

Esa preocupación no era nueva en sus escritos. En 1879, había escrito que “sería bueno que dedicásemos una hora de meditación cada día para repasar la vida de Cristo desde el pesebre hasta el Calvario […]. Al contemplar así sus enseñanzas y sus sufrimientos, y el sacrificio infinito que hizo para la salvación de la familia humana, podemos fortalecer nuestra fe, vivificar nuestro amor e imbuirnos más profundamente del espíritu que sostuvo a nuestro Salvador. Si queremos ser salvos, todos debemos aprender al pie de la cruz la lección de penitencia y fe”. Siguió diciendo que anhelaba “ver a nuestros ministros espaciándose más en la cruz de Cristo” (TI 4: 367, 368).

El mismo énfasis sonó a verdad en el Congreso de la Asociación General de 1883, en el que la hermana White dijo a los pastores reunidos que “debemos aprender en la escuela de Cristo. Solo su justicia puede darnos derecho a una de las bendiciones del pacto de la gracia. Durante mucho tiempo hemos deseado y procurado obtener esas bendiciones, pero no las hemos recibido porque hemos fomentado la idea de que podríamos hacer algo para hacernos dignos de ellas. No hemos apartado la vista de nosotros mismos, creyendo que Jesús es un Salvador viviente” (MS 1:412).

Una vez más, escribió en vísperas de las reuniones de Minneápolis: “Lo principal de nuestro mensaje debe consistir en la misión y la vida de Jesucristo” (RH, 11 de septiembre de 1888).

La mayor carencia del adventismo en la década de 1880 era la de Jesús y su amor. Todavía continúa siendo la mayor necesidad.

Tomado de: Lecturas devocionales para Adultos 2014
“A menos que Olvidemos”
Por: George R. Knight

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