Así que la ley vino a ser nuestro guía, encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe. Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos sujetos al guía. Gálatas 3:24, 25, NVI.
El hecho de que este pasaje pudiera causar una explosión adventista es un poco más fácil de ver que el de los diez cuernos de Daniel 7; especialmente, si leemos que el texto presupone que no había ninguna necesidad de la Ley después de la venida de Cristo, y no que la Ley siempre nos señala los pecados y, más allá de ellos, al Salvador.
Butler y sus amigos indudablemente temían la primera opción. Y eso sería grave, si la Ley fuese los Diez Mandamientos. Las tropas de Butler consideraban que esa interpretación era una amenaza para la misma esencia de la teología adventista: la continua sacralidad del día de reposo sabático está incrustada en la misma Ley moral. Por lo tanto, los dirigentes de la iglesia percibían que Jones y Waggoner estaban poniendo en peligro uno de los pilares centrales del adventismo.
Durante más de treinta años, la iglesia había sostenido la interpretación de la ley ceremonial. Y entonces, en medio de la crisis de la ley dominical, Waggoner tuvo que plantear una enseñanza que, según Butler y Smith, socavaba la misma base de su razón de observar el sábado, y así brindaba “gran ayuda y consuelo” a los enemigos adventistas que estaban en contra de la Ley.
Butler consideraba que la nueva enseñanza era “la cuña de entrada” por la que se podría “dejar entrar” un “diluvio” de cambios doctrinales y proféticos en la Iglesia Adventista.
Smith era uno en corazón y mente con Butler. Para él, “después de la muerte del hermano White, la mayor calamidad que cayó sobre nuestra causa fue cuando el Dr. Waggoner publicó sus artículos sobre el libro de Gálatas en la Signs”. Afirmó rotundamente que si la iglesia alguna vez cambiaba su postura sobre Gálatas, “conmigo no cuenten”, porque “aún no estoy preparado para renunciar al adventismo del séptimo día”.
A veces, el temor impulsa a nuestra teología a una lectura más cuidadosa de la Biblia. Cuando esto ocurre, a veces reaccionamos y perdemos la capacidad de leer el texto claramente.
Padre, ayúdanos a leer tu Palabra con ambos ojos abiertos y nuestras emociones en su lugar.
Tomado de: Lecturas devocionales para Adultos 2014
“A menos que Olvidemos”
Por: George R. Knight