Los problemas no nos hacen automáticamente mejores personas. Es triste que muchos quedan sumidos en la amargura en lugar de mejorar. La diferencia se encuentra en la manera en que elegimos responder a ellos. Piensa en un problema que tengas que enfrentar en el presente y pregúntate: «¿Qué es lo que Dios quiere que yo aprenda de esta situación?»
Plan de lectura para esta semana*
El conflicto de los siglos caps. 14 y 15.
Romanos 1: 8-17
Lección de Escuela Sabática Adventista para Jóvenes
3er Trimestre 2014
Lecc. 7 Compromiso bajo fuego