«La tierra será convertida en desierto por culpa de sus habitantes, como resultado de su maldad’» (Miqueas 7: 13).
Todo iba muy bien en Rajneeshpuram hasta que el Bhagwan y sus administradores ambicionaron tener más poder y más terrenos. Además de engañar a cientos de seguidores para quitarles su dinero, el falso mesías y sus ayudantes conspiraron para derrocar al gobierno local, para cambiar las leyes a su favor y para envenenar el suministro de agua. También pensaron asesinar a uno de los senadores del estado de Oregón. Cualquier duda acerca del mesianismo del Bhagwan quedó disipada cuando el gobierno de Estados Unidos lo deportó. El Bhagwan y su vocera Anand Sheila se dieron a conocer por sus frutos.
Los Rolls Royce fueron vendidos en una subasta a un rico de Texas, mientras que sus joyas y relojes Rolex fueron confiscados para devolver parte del dinero estafado a inversionistas. La ciudad entera fue puesta a la venta. Cientos de desilusionados hombres, mujeres y niños pasaron por la ciudad de Portland llevando puestas las únicas pertenencias que les quedaban. Su dirigente había demostrado ser un falso mesías. Aquel sueño de una ciudad perfecta, de un cielo en la tierra, se había desvanecido.
Un año después de que Bhagwan abandonara el país, mi esposo y yo visitamos la ciudad fantasma. Para ese entonces la hierba crecía donde se habían erigido carpas; los edificios abandonados dibujaban su oscura silueta frente a las desnudas colinas. La torre de los guardias y el letrero que daba la bienvenida a los seguidores estaban agujereados y despedazados por cazadores de recuerdos y granjeros empeñados en borrar hasta el último recuerdo de Rajneeshpuram. «La tierra será convertida en desierto por culpa de sus habitantes». Aunque tome mucho tiempo, incluso el más astuto de los engaños será descubierto; tarde o temprano, los astutos y deshonestos serán desenmascarados.
Es muy fácil señalar con el dedo al Bhagwan y decir: «¡Qué bandido! ¡Recibiste lo que merecías!», olvidando que los demás me conocerán por mis frutos. Oremos para que el fruto de nuestras acciones siempre sea bueno, como quiere Dios.
Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo