sábado , 19 abril 2025
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Matinal Para Menores 2014

Faldas rojas y agua envenenada

«La tierra será convertida en desierto por culpa de sus habitantes, como resultado de su maldad’» (Miqueas 7: 13).

22Todo iba muy bien en Rajneeshpuram hasta que el Bhagwan y sus admi­nistradores ambicionaron tener más poder y más terrenos. Además de en­gañar a cientos de seguidores para quitarles su dinero, el falso mesías y sus ayudantes conspiraron para derrocar al gobierno local, para cambiar las le­yes a su favor y para envenenar el suministro de agua. También pensaron ase­sinar a uno de los senadores del estado de Oregón. Cualquier duda acerca del mesianismo del Bhagwan quedó disipada cuando el gobierno de Esta­dos Unidos lo deportó. El Bhagwan y su vocera Anand Sheila se dieron a conocer por sus frutos.

Los Rolls Royce fueron vendidos en una subasta a un rico de Texas, mien­tras que sus joyas y relojes Rolex fueron confiscados para devolver parte del dinero estafado a inversionistas. La ciudad entera fue puesta a la venta. Cien­tos de desilusionados hombres, mujeres y niños pasaron por la ciudad de Portland llevando puestas las únicas pertenencias que les quedaban. Su diri­gente había demostrado ser un falso mesías. Aquel sueño de una ciudad per­fecta, de un cielo en la tierra, se había desvanecido.

Un año después de que Bhagwan abandonara el país, mi esposo y yo visita­mos la ciudad fantasma. Para ese entonces la hierba crecía donde se habían erigido carpas; los edificios abandonados dibujaban su oscura silueta frente a las desnudas colinas. La torre de los guardias y el letrero que daba la bienvenida a los seguidores estaban agujereados y despedazados por cazadores de recuer­dos y granjeros empeñados en borrar hasta el último recuerdo de Rajneeshpu­ram. «La tierra será convertida en desierto por culpa de sus habitantes». Aun­que tome mucho tiempo, incluso el más astuto de los engaños será descubier­to; tarde o temprano, los astutos y deshonestos serán desenmascarados.

Es muy fácil señalar con el dedo al Bhagwan y decir: «¡Qué bandido! ¡Re­cibiste lo que merecías!», olvidando que los demás me conocerán por mis frutos. Oremos para que el fruto de nuestras acciones siempre sea bueno, como quiere Dios.

Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo

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