Dos altares
«Porque tú, Señor, eres bueno y perdonas; eres todo amor con los que te invocan» (Salmo 86: 5).
Cuando Chi Ho se hizo cristiano, sus vecinos comenzaron a tratarlo mal. Cada vez que intentaba hablarles de Jesús, se reían y se burlaban de él. Una mañana se le ocurrió algo: construir un altar a su nuevo Dios. El tejedor de cestos del pueblo observó mientras Chi Ho acarreaba en su carretilla grandes piedras desde el río. Finalmente lo llamó:
—Chi Ho, ¿qué vas a hacer con esas piedras?
—Estoy construyendo un monumento a la felicidad.
Durante semanas Chi Ho acarreó rocas desde el lecho del río hasta su casa. Cada vez que un vecino le preguntaba qué intentaba hacer con las piedras, él contestaba que estaba construyendo «un monumento a la felicidad». Un día, Chi Ho dejó de pasar llevando piedras, por lo que el vendedor de arroz y el tejedor de cestos se dirigieron a su casa. Lo llamaron, pero Chi Ho no respondió. Así que los dos hombres se dirigieron a la parte de atrás de la casa, donde encontraron a su amigo delante de dos grandes columnas que había formado con las piedras del río. Encima de cada columna quemaba incienso.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó el tejedor de cestos.
—He construido dos altares para mi Dios. Este altar es donde quemo incienso para darle gracias por todas las cosas buenas que me suceden y por los buenos pensamientos que me da. Y este otro es donde le agradezco por mis problemas, mis penas y mis malos pensamientos.
—No te entiendo —dijo el vendedor de arroz.
—El Hijo de Dios murió por cada uno de mis problemas. Así que en el altar quemo incienso para alabarlo por todos mis problemas. Se los entrego a él, así que no necesito preocuparme más por ellos. Por eso este es mi monumento a la felicidad.
Entrega tus malos sentimientos y tus pensamientos negativos a Jesús. Y cada vez que alguno intente regresar para estorbar tu paz mental, entregárselos una vez más diciendo: «Gracias, Jesús». De ese modo tú también habrás construido un monumento a la felicidad.
Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo
