Sigue al director
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«Síganme, y yo los haré pescadores de hombres» (Mateo 4:19).
Los miembros de la banda de música de la escuela entraron al salón de prácticas marchando en fila india. Unicamente se escuchaba uno que otro susurro, mientras los chicos y chicas sacaban sus instrumentos de los estuches y ocupaban sus lugares. La banda había hecho un mal papel durante su último concierto, y no solo las trompetas y los saxofones, sino todos ellos. Probablemente el director estaría enfadado y les dirigiría un buen regaño.
Cuando el director entró por la puerta, incluso cesó el ruido que hacían los que afinaban sus instrumentos. Todos lo miraron mientras se dirigía al frente del salón. No hubo necesidad de que golpeara el atril con su batuta para pedir silencio. Ya todos lo guardaban.
El director pidió a los trompetistas que se sentaran de cara a los que tocaban el saxofón. Hizo que los demás tomaran asiento de espaldas a él y luego dijo: «Comenzaremos nuestro ensayo de hoy. Ah, me olvidaba de los percusionistas, ustedes pueden tocar lo que les venga en gana. ¿Listos? Un, dos, tres…».
Las trompetas ahogaron a los saxofones y las trompas a los trombones, mientras que las flautas terminaron cuatro compases por detrás del resto. Los cinco percusionistas se volvieron locos haciendo su propia música. Luego el director dijo: «Ustedes son buenos músicos. Han dedicado horas y horas a practicar. Cada uno, en caso necesario, podría actuar como solista. Pero una buena banda necesita algo más que eso. Debe unir sus esfuerzos. Ahí es donde interviene el director. Ustedes tienen que observarme. Anoche se equivocaron porque nadie estaba mirando al director».
Todos aprendieron una valiosa lección aquel día; una que tú y yo también debemos recordar: Jesús es nuestro director. Cometeremos errores si dejamos de mirarlo para tocar nuestra propia música, para mirarnos unos a otros. Unicamente cuando fijemos nuestra mirada en el Señor, él podrá hacer que brote de nosotros una hermosa melodía.
Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo
