viernes , 18 abril 2025
Matinal Para Damas 2014

Regresé a Jesús

“El Señor cumplirá su propósito en mi. Tu amor, oh Eterno, es para siempre, no dejes la obra de tus manos” Salmo 138:8 NVR

Conocí la Palabra de Dios y asistí mucho tiempo a la igle­sia, pero lentamente, dejé de practicar los principios que había aprendido y me alejé de Dios. Co­mencé a buscar las alegrías cortas que el mundo ofrece, que pronto se convertían en tristezas, dolor y llanto. Llegué a pensar que la felicidad estaba en las bebidas, las fiestas, las modas, las aparien­cias. Constantemente lastimaba a las personas que amaba con mi actitud de rebeldía y liviandad. Un día, decidí alejarme completamente de Dios. Le dije: “Señor, no puedo seguir andando en ambos caminos, lo mejor será que me aparte de ti”.

Aquel sábado fui a despedirme de la iglesia con el propósito de no volver nunca más, pero Dios quiso que ese día conociera a una persona muy especial, que me pidió que la ayudara en algunas de las actividades de la iglesia.

Estaba decidida a alejarme de Dios, pero él tenía otros planes para mi vida: él había decidido no permitir que yo concretara mi “decisión”. Desde ese sábado todo cambió. Pude comprender su amor y regresar a él.

El plan de Dios no es vernos vagar sin rumbo lejos de él. Por el contrario, desea que vivamos a su lado toda la vida que nos resta y, además, la eternidad. ¡Qué paradoja! Los jóvenes luchamos por alcanzar la felicidad, aunque no sabe­mos bien lo que es, y a veces la buscamos lejos de Dios, hasta que nos convencemos de que nunca seremos felices por nosotros mismos, porque la felicidad no se he­reda, ni se compra, ni viene como lógica consecuencia de nuestra excelencia. Se genera en la paz de una buena relación con Dios.

Cada día nos espera una lucha sin cuartel: tropiezos, caídas, desánimos, dudas, desalientos y, de vez en cuando, alegrías. De esto se trata la vida del cris­tiano. La diferencia la marca nuestro Padre celestial, que nos da la victoria y la paz.

Querida amiga, soy esposa de pastor y quiero decirte -y decirme- una vez más que la experiencia del cristiano es como una escalera de decisiones: alcanzas el peldaño siguiente cuando superas el anterior. Dejemos que el Señor acabe en nosotros su obra. El nos espera al final de la escalera.

Lizet Salvatierra de Medrano, Bolivia

Tomado de:
Lecturas devocionales para Damas 2014
“De mujer a mujer”
Por: Pilar Calle de Hengen

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