«El hombre pone la mano en el pedernal y arranca de raíz las montañas. Abre túneles en los peñascos y descubre toda clase de tesoros. Explora los nacimientos de los ríos y saca a la luz cosas escondidas. ¿Pero de dónde viene la sabiduría?» (Job 28: 9-12).
Morris Baetzold y dos de sus amigos participaban en una excursión organizada por el Hogar de Niños Metodistas de Berea, Ohio, Estados Unidos. Habían decidido explorar la cueva Wild Cat, ubicada en la reserva forestal Hinckley. Ya dentro de la cueva, los tres chicos llegaron a una «sala» donde se afirmaba que los residentes de la zona habían escondido a esclavos fugitivos en la época de la Guerra Civil. Dos de los chicos se cansaron y se marcharon de la cueva, mientras que Morris se quedó atrás. Actuando impulsivamente, se deslizó por un estrecho pasaje intentando llegar más lejos, a pesar de lo estrecho y frío del túnel, y de la oscuridad. Todo estaba oscuro y sus dos amigos tenían en su poder la única linterna. Morris avanzó lentamente en la oscuridad. Si encontraba una cavidad nunca antes descubierta, se haría famoso.
Fuera de la cueva los profesores se dieron cuenta de que faltaba uno de los muchachos. Cuando les preguntaron a sus compañeros dónde habían visto por última vez a Morris, uno de ellos dijo que en la cueva Wild Cat. Se apresuraron para llegar al lugar.
—¡¡¡Morris!!! —gritó uno de los maestros.
Desde el interior de la cueva llegó una débil respuesta:
—Auxilio… —contestó el joven. Morris había caído en una profunda grieta. Su pecho y sus caderas estaban atrapados en una cavidad en forma de «V» que había en las piedras. Había caído de lado y su brazo derecho estaba debajo de él. Se había desgarrado los dedos de la mano izquierda en un intento por asirse de la piedra. Para los efectos estaba paralizado.
Aquella experiencia le hizo llegar a algunas conclusiones. Morris ya no deseaba explorar ni descubrir ninguna cavidad secreta. Lo único que deseaba era salir de allí.
—Nunca podrán sacarme de aquí—gemía Morris—. Voy a morir en este lugar.
(Continuará…)
Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo