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«¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!» (Hechos 7: 60)
El viernes en la noche, Katy y su hermanita llevaron a su papá al programa de despedida. Cuando los niños se colocaron en fila para cantar el himno tema, Manuel hizo una de las suyas: se alejó lo más posible de Katy. Los demás niños lo imitaron. Lisa notó cómo el rostro de Katy cambiaba de color y, olvidando sus temores, se colocó al lado de su avergonzada compañera.
A Lisa le había remordido la conciencia durante todo el programa. Se sentía mal consigo misma. Reconocía que había hecho muy poco para ayudar a Katy, y demasiado tarde. Después del programa oyó al padre de Katy hablar con el director de manualidades: «Aprecio mucho que me permitieran traer a mis hijas esta semana. He tenido que estar con mi esposa en el hospital porque tiene cáncer». Al hombre se le fue la voz y luego continuó hablando: «Katy se ofreció a traer a su hermanita todos los días porque le gustaban mucho las reuniones. Creo que las ha ayudado a no pensar en la enfermedad de su madre».
Lisa corrió al baño con los ojos llenos de lágrimas. «Pobre Katy. Tengo que hablar con ella antes de que se marche». Pero antes de que pudiera pedirle disculpas, Katy ya se había ido. Esa noche Lisa oró en su habitación: «Querido Señor, perdóname. Yo no sabía lo que estaba haciendo». Recordó la oración que Jesús elevó en la cruz y se dio cuenta al repetirla de que Jesús no solamente oraba por los soldados romanos y por la airada multitud, sino también por ella.
Lisa jamás volvió a ver a Katy. Cuando fue con la profesora de la escuela bíblica a la casa de Katy para invitarla a la iglesia el sábado, ya no había nadie. Se habían mudado. Zaqueo hizo algo para enmendar sus errores, pero Lisa no pudo. La única opción que le quedó fue aceptar el perdón que Jesús pidió paira ella en la cruz, y decidió que no se quedaría cruzada de brazos en caso de que alguien tratara de perjudicar a otra persona delante de ella. Haría todo lo posible por impedirlo.
Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo
