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«Sean ustedes compasivos, como también su Padre es compasivo» (Lucas 6: 36).
Desde que se inventó la televisión, la gente la concibe como un modo de entretenimiento y de obtención de información. Noticias, programas de cocina, comedias, documentales o dramas. En la televisión podemos encontrar casi cualquier cosa, tanto buenas como malas.
¿Has conocido alguna vez a alguien que dedica tanto tiempo a mirar el televisor que apenas sabe cómo actuar en el mundo real? Estas personas anhelan el mundo perfecto que se muestra en la tele, donde los problemas familiares se solucionan en menos de treinta minutos y todo el mundo termina alegre y sonriente. Sin embargo, los actores y actrices ¿representan la vida real o un mundo de fantasía creado por los guionistas?
Ken era uno de esos chicos que anhelaba ser parte del ficticio mundo de la televisión. Después de ver programas acerca de familias «perfectas», solía quejarse de tener un padre que estaba tan cansado de trabajar en dos lugares distintos para llevar comida a la mesa que apenas podía dedicarle tiempo. Se lamentaba cuando su ropa no estaba lista para ponérsela, olvidando convenientemente que su madre trabajaba ocho horas diarias cuidando a niños en una escuela de iglesia. Se quejaba de los profesores a quienes parecía no importarles, y de los líderes de los Conquistadores, que ni siquiera intentaban comprenderlo. Ken había llenado su vida con miserias hasta el punto de creer que todo el mundo estaba en su contra. Ni siquiera confiaba en su mejor amigo, Pete.
Un día, como era habitual en él, Ken se quejaba a Pete de la personas que había en su vida. «¿Cómo pueden esperar que sea un buen cristiano? Lo podría ser si tuviera un padre y una madre como los que aparecen en la televisión». Su amigo se rió:
—Esas personas no son reales, ya lo sabes.
—Bueno, pero podrían serlo.
—Sí, y tú podrías ser un médico increíble o una superestrella como las de las series —contestó Pete—. Las personas no vienen con garantía de fábrica. Tú no eres perfecto, ¿por qué esperas entonces que los demás lo sean?
El consejo de Pete a Ken fue apropiado. Como dice el texto de hoy, sé compasivo, y deja a las personas ser personas. Perdona sus errores pues, haciendo esto, ellos estarán más dispuestos a perdonar los tuyos.
Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo