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“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6:33
Era el mediodía. Salí de casa dejando a mi esposo y a mi niña, y me dirigí al lugar acordado para una capacitación. De repente, sonó mi celular. Contesté la llamada pero quedé consternada con la noticia que recibí: mi esposo acababa de sufrir un accidente. El se trasladaba en motocicleta en dirección al colegio Jaime White en Puerto Maldonado, Perú, y chocó con una mototaxi. Por la gracia de Dios fue auxiliado inmediatamente y trasladado al hospital para ser atendido de urgencia. Después de la revisión médica, el diagnóstico fue “fractura de cráneo y clavícula”. Nuestra pequeña hija viajaba con él, pero gracias a Dios, a ella no le pasó nada. ¡Un milagro!
Mi esposo debía ser operado del cerebro. Era una intervención muy delicada. El médico no me daba esperanzas. Esa madrugada, antes de la operación, con el corazón compungido lloré y clamé mucho a Dios, rogándole: “Señor, tú nos has puesto en este lugar para servirte. Por favor, devuélveme a mi esposo sano, te lo suplico. Guía la mano de los médicos para que la cirugía salga bien”.
Pasaron los días, la espera fue dolorosa pero la operación fue otro milagro. El médico no podía creer que todo hubiese salido tan bien, pero yo estaba segura de que mi Padre celestial había respondido mis plegarias y las de mis hermanos en la fe.
Elena G. de White, bajo inspiración del Señor, nos asegura: “Si vivimos conforme a su Palabra, se cumplirán en nuestro favor todas sus promesas. Somos indignos de su gracia; pero cuando nos entregamos a él, nos recibe. Obrará en favor de los que le siguen y por medio de ellos” (El ministerio de curación, cap. 16, pp. 146-147). “Vi que toda oración elevada con fe por un corazón sincero, será oída y contestada por Dios, y que el suplicante obtendrá la bendición cuando más la necesite, y a menudo esta excederá sus expectativas. No se pierde una sola oración de un verdadero santo, si es elevada con fe por un corazón sincero” (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 117).
Hoy, mi querido esposo sigue trabajando en la viña del Señor, como pastor distrital. Juntos, toda la familia, hemos puesto a Dios en primer lugar y sabemos que todo lo demás nos será añadido.
Vila Flores de Camargo, Perú
Tomado de:
Lecturas devocionales para Damas 2014
“De mujer a mujer”
Por: Pilar Calle de Hengen