Matinal Para Menores 2014 Para el: 21 junio
«Hay caminos que parecen derechos, pero al final de ellos está la muerte» (Proverbios 14: 12).
Imagina que un amigo rico te invita a cenar. Ha hablado con un chef japonés para invitarte a probar las delicias del takifugu. Descubres que tu takifugu le costará a tu anfitrión 150 dólares. Tu amigo te describe el delicado y delicioso sabor de este extraño y exótico plato: «No hay un sabor mejor en todo el mundo, y el hígado es la mejor parte». Tu amigo se relame ante la expectativa.
Investigas un poco acerca de este pescado llamado takifugu y descubres que tu amigo está hablando de comer la carne cruda del mortal pez globo, una de las criaturas más venenosas del océano. Su letal veneno es más potente que el cianuro. Aunque la carne sabe deliciosa, la acción del veneno en la víctima es nefasta. En primer lugar, ataca al sistema nervioso. Sientes cosquilieos en los labios y en la boca, los dedos comienzan a entumecerse y la parálisis se extiende por todo el cuerpo. Puedes tardar en morir desde unos minutos hasta seis horas. No existe antídoto para este veneno y no hay modo de saber si la carne del pescado contiene la toxina hasta que no se come. Después de todo, no es un manjar tan increíble ¿no te parece?
El pez globo se puede encontrar por todo el mundo, y en cualquier parte es igual de mortífero. Sin embargo, parece que solo los peces globo japoneses logran provocar una devoción fanática en sus entusiastas. Le rinden oración, le construyen estatuas y se lo comen. Los amantes del pez globo japonés consumen en torno a 50 millones de dólares en este horrible, atroz y mortal pescado cada año. Pensarás: «Sea mi amigo o no, tanto si el plato le cuesta 150 dólares como si no, tendría que estar loco para arriesgarme a comer eso». Estoy de acuerdo contigo. De ningún modo consideraría la posibilidad de probar incluso el bocado más diminuto.
Es posible que tu amigo nunca te tiente con un plato de takifugu de 150 dólares, pero tarde o temprano, alguien intentará que pruebes otros venenos mortales más comunes como las drogas, el alcohol o el tabaco. Prefiero aprender la lección a través de los errores de otras personas que sufriéndolos yo misma, ¿y tú?
Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo
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