Matinal Para Menores 2014 Para el: 20 junio
«Lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial» (Filipenses 3: 13, 14).
La familia de Cari era muy deportista. Su madre y su padre eran entrenadores de atletismo y sus hermanos mayores también destacaban en este deporte. Pero él, pequeño para su edad, parecía ser el único sin talento deportivo. Cuando cumplió quince años, Cari empezó a crecer muy deprisa. Su coordinación y su destreza en la pista parecían ser lo único capaz de mantener el ritmo de su espectacular estirón. En 1981 fue número uno del mundo en las pruebas de 100 metros lisos y salto de longitud. En 1983 ganó las carreras de 100 y de 200 metros lisos y la prueba de salto de longitud en el Campeonato de Estados Unidos, clasificándose para las Olimpíadas de Los Ángeles de 1984. Allí, Cari igualó el récord de Jesse Owens ganando cuatro medallas de oro.
En las dos primeras rondas de la prueba de 100 metros lisos, los tiempos de Cari superaron los de sus dos principales rivales: Sam Graddy y Ben Johnson. En la ronda final Graddy y Johnson salieron más rápido, y Graddy se mantuvo a la cabeza hasta la marca de los 80 metros. Sin embargo, de repente, vio a Cari Lewis por el rabillo del ojo. Lewis lo adelantó y se despegó con tanta rapidez de sus oponentes que alcanzó la meta con el increíble margen de 2.4 metros, el mayor en la historia de los Juegos Olímpicos. Más tarde, Lewis supo que, durante la carrera, había alcanzado la velocidad de 45 kilómetros por hora.
Cari Lewis pudo haberse excusado diciendo: «Soy un renacuajo. Siempre quedo muy por detrás del resto». En realidad, habría estado en lo cierto de haber dejado de intentarlo. Sin embargo, dejó el pasado atrás y miró hacia el premio, hacia la medalla de oro, y la ganó. ¿Has escuchado a la gente poner excusas para justificar no haber hecho algo bien? ¿Y a personas que justifican su mal comportamiento diciendo cosas como: «No puedo ser un buen cristiano, mira a mi padre», «mi madre es alcohólica» o «soy demasiado pobre»? Podemos poner excusas, pero ninguna rebatirá el texto de hoy. Deja atrás el pasado y ¡ve a por el oro!
Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo
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