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«La enseñanza del Señor es perfecta, porque da nueva vida. El mandato del Señor es fiel, porque hace sabio al hombre sencillo. […] Los decretos del Señor son verdaderos, todos ellos son justos, ¡son de más valor que el oro fino!, ¡son más dulces que la miel del panal!» (Salmo 19: 7-10).
Hoy voy a encomendarte dos tareas.
Primera tarea: Unta una capa de mantequilla de maní en una rebanada de pan integral. Encima de la mantequilla de maní añade una fina capa de miel. ¡Qué rico! Se te hace la boca agua con solo mirarlo, ¿verdad? Aun sin la mantequilla de maní, es un manjar digno de los dioses (si no dispones de estos tres alimentos, usa tu imaginación).
Antiguamente, la miel se consideraba un «manjar de los dioses». Los egipcios creían que este alimento «sustentaba la vida» y, por ello, colocaban una generosa cantidad de miel en las pirámides para que los faraones fallecidos pudieran disfrutarla, junto con un gran número de caballos y esclavos y una gran cantidad de oro, joyas y juegos. Los arqueólogos británicos del siglo XX que descubrieron estas tumbas, encontraron los tesoros que contenían aún intactos. Descubrieron que la miel enterrada siglos atrás no se había estropeado, de hecho, todavía se podía comer.
¿No te resulta interesante que el salmista utilizara el término «miel» para describir la ley de Dios? Dice que la ley de Dios es «más dulce que la miel de un panal». La dulzura de la miel es muy agradable. Al igual que la ley de Dios, la miel tampoco se estropea ni pierde su consistencia con el paso del tiempo.
Segunda tarea: Lee todo el Salmo 19 para encontrar más comparaciones que se pueden hacer entre la ley perfecta de Dios y la miel.
Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo
