«[…] Vuestro Padre sabe qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis». Mateo 6:8
En 1999 estaba a punto de convertirme en profesional. En mi corazón deseaba que los últimos meses pasaran volando, pero el Señor deseaba probar mi fe refinándome como el oro.
En ese momento de mi vida la persona más importante era mi madre. Ella era todo para mí. De pronto, su salud se vio quebrantada y debió ingresar de urgencia en el hospital. Su estado se compmlicó. Mi preocupación era tan grande que relegué mis estudios universitarios y me dedique a cuidar a mi madre día y noche.
Me sentía sola y angustiada, ya que no contaba con el apoyo de mi padre. El nunca compartió nuestras alegrías, cuánto menos las tristezas. Tampoco había reparado que necesitaba dinero para enfrentar una enfermedad, pero Dios ya había hecho provisión de todo lo necesario mediante amigos y familiares.
Mamá fue sometida a una histerectomía. Presentaba un cuadro de anemia crónica y necesitaba transfusiones de sangre. El Señor mandó a los donantes en el momento exacto. Mis compañeros y profesores de la universidad, preocupados por mi situación, realizaron algunas actividades en mi favor y poco antes de la cirugía me entregaron una fuerte suma de dinero. Una vez más sentí que el Señor estaba a mi lado y proveía antes de que yo se lo pidiera.
Como recibí más dinero del que mi madre necesitaba, lo compartí con un matrimonio joven, sin recursos, que venía de las afueras de la ciudad para tener a su bebé.
Permanecí en el hospital veintiún días, tiempo suficiente para reprobar el año, pero todos los profesores me registaron como presente y mis compañeros puserion mi nombre en todos los trabajos grupales… ¡hasta allí se extendió la misericordia del Señor!
Por fin la pesadilla terminó. Mi madre recibió el alta y cuando fui a buscarla, el médico ome dijo: «Busca una fundación que te ayude, porque hay que cambiar una válvula del corazón de tu madre. De lo contrario no vivirá más de tres años».
Han pasado más de trece años dede aquel día y mi madre aún me acompaña. Los exámenes médicos no registran problemas en su corazón. ¡Que Dios maravilloso! ¡Cuán grande es su fidelidad para bendecirnos cada día!
Mónica Castro de López, Ecuador
Tomado de: Lecturas devocionales para Damas 2014 “De mujer a mujer” Por: Pilar Calle de Hengen