«Tú has sido un refugio para el pobre, un protector para el necesitado en su aflicción, refugio contra la tempestad, sombra contra el calor» (Isaías 25: 4)
El último día de 1975, Gary Snyder, de dieciséis años, y dos de sus compañeros salieron de excursión al monte Hood en Oregón, para recibir en la cumbre de la montaña el bicentenario de Estados Unidos. Los tres conocían bien la ruta. Desde que tenía siete años, Gary había practicado montañismo con su padre, un profesor de educación física y montañista profesional. Sus compañeros también tenían experiencia. En sus mochilas contaban con el equipo necesario para el corto y sencillo ascenso hacia su primera parada, por encima de un punto llamado «Roca Iluminación».
Pasaron su primera noche a dos mil metros de altitud, y se levantaron temprano, antes del amanecer. Una pequeña capa de hielo se había formado durante la noche, pero con cuidado subieron hasta la cima, alcanzando su destino justo antes de que el sol apareciera en el horizonte. La luz de la mañana brillaba sobre los cristales de hielo. Después de haber disfrutado del carnaval de luces, se dieron la vuelta para descender.
A mitad de camino, cavaron un enorme refugio en la nieve, en el que colocaron estantes de hielo para las provisiones y plataformas para ubicar sus bolsas para dormir. Los chicos pasaron horas diseñando su creativa cueva de nieve. Terminaron su esfuerzo cuando el sol se puso en el horizonte. Como estaban tan cansados, pasaron por alto establecer su ubicación con la brújula antes de dormirse.
Mientras dormían, se desató una gran tormenta de nieve. Cuando se despertaron, la visibilidad era nula. Recordaron que las tormentas en la montaña rara vez duran más de cuatro días, así que no había nada que temer mientras permanecieran allí. Para mantener el suministro de aire, se turnaron para quitar la nieve que se iba acumulando en la entrada del refugio. Durante la espera, escucharon un extraño gruñido. «¿Será Pie Grande?», bromeó uno de los chicos. La ocurrencia de que podría ser Pie Grande, la mítica bestia simiesca, les pareció muy graciosa. Sin embargo, las risas cesaron cuando el extraño gruñido se repitió con una fuerza e intensidad aterradoras.
(Continuará…)
Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo