«Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlos mis dicípulos» (Mateo 28:19,20)
«Las praderas del Oeste americano no son otra cosa que océanos sin agua -explicaba el marinero-. Un veterano del mar podría cruzarlas en tiempo récord. Lo único que tendría que hacer es construir una carreta diez veces más grande que una convencional y atravesar las praderas a toda velocidad impulsado por el viento».
Tom «Carreta de viento» Smith convenció a los pobladores de Westport, Misuri, para que financiaran su proyecto. Su vehículo lucía como una mezcla entre una carreta y un barco de vela. Medía 8 metros de largo y 2 de ancho. Tenía ruedas de 3.6 metros de diámetro, con bujes de tamaño de un barril. Decenas se aglomeraban atraídos por la curiosidad. Su inmensa vela y el mástil se elevaban 6 mestros por encima de la carreta. El día inaugural, algunos inversores accedieron a subirse. La nave parecía a punto de salir disparada hacia las llanuras.
«Ahora voy hacer que la vela atrape el viento», anunció Tom a sus pasajeros. Pero a pesar de sus esfuerzos, la carreta comenzo avanzar hacia el lado contrario. Luego el timón se trabó, lo que causo que la carreta de viento comenzara a dar vueltas en círculos. Cuando perdió velocidad, los mareados pasajeros saltaron. Tom continuó tratando de controlarla, pero terminó en el río. Cuando intentó hablar con los inversores para que le dieran una segunda oportunidad, estos amenazaron con demandarlo. Derrotado y desanimado, Tom abordó su «navío» al día siguiente y se marchó hacia el Oeste.
¿Logró atravesar la pradera como había planificado? Una leyenda de los indios arapajó habla de un hombre blanco viajando sobre un extraño bote por el Camino de Santa Fe. A nostros la histora de este sueño imposible nos parece graciosa, pero si hombres como Tom Smith no se hubieran atrevido alcanzar sueños imposibles, tu y yo aún estaríamos viviendo sin electricidad, vehículos u hornos microondas.
Hace dos mil años, un pequeño grupo de hombres se atrevieron a arriesgarlo todo para llevar a cabo una tarea que parecía imposible: predicar la buena noticia de Jesús a todo el mundo. Su proyecto tuvo más éxito del que imaginaron. Como un incendio en la pradera, el mundo de esa época supo del Salvador y de su sacrificio por ellos.
Tomado de: Lecturas devocionales para Menores 2014 “En la cima” Por: Kay D. Rizzo