“El hombre hace muchos planes, pero se realiza el propósito divino”. Proverbios 19:21 DHH
Cierto día recibí una llamada telefónica que me pedía recibir en el Aeroparque Jorge Newbery, de la ciudad de Buenos Aires, a un amigo que llegaba con su esposa, procedentes de la provincia de Mendoza.
Nos conocíamos desde la infancia, pero hacía muchos años que no nos veíamos. Cuando me contaron el motivo, entendí que su viaje no era de turismo. Venían buscando una interconsulta con otro profesional para tener una segunda opinión y asegurarse de que el diagnóstico que le habían dado era realmente leucemia. Los acompañé a la consulta, y no solo le confirmaron la enfermedad, sino que lo internaron, pues el caso era muy delicado. Comenzó su tratamiento en una clínica de alta complejidad. No sabían qué hacer ni cuánto tiempo les demandaría el tratamiento, pero estaban seguros de que el Señor los había conducido hasta allí y tenía un plan para ellos.
Los visité y acompañé todo el tiempo que permanecieron en Buenos Aires, y eso me llevó a reflexionar acerca de mi vida espiritual. ¿Cómo estoy? ¿Cómo me veo? Mi amigo, hablándome de lo que estaba viviendo, me dijo: “Yo me miraba en el espejo y me veía bien. Pero por dentro estaba mal y no lo sabía”.
Se sometió nuevamente a los análisis. El diagnóstico se volvió a confirmar, no había error. Los médicos no se explicaban cómo había podido mantenerse en pie y trabajar durante tantos meses, sin tener conocimiento del mal que lo aquejaba, con el riesgo que eso significaba.
Muchas veces he pensado que mi vida cristiana es “buena” o “normal», pero el Señor me habla al corazón y me muestra en qué estado estoy verdaderamente, y me hace un llamado a la reflexión para qué reaccione y vea que “por dentro” no todo está bien en mí. Entonces, la memoria me trae las palabras de mi amigo: “Bien por fuera, pero mal por dentro”.
¿No será que necesitamos más interconsultas de oración, mirarnos en el espejo de Jesús, estudiar más su Palabra, ser más semejantes a Cristo y analizar nuestra conducta? Personalmente, necesito más transfusiones de su Espíritu, sangre más fortalecida de confianza y esperanza, y la intervención sanadora del gran Médico.
Liliana R. Ríos de Gaunay Argentina
Tomado de: Lecturas devocionales para Damas 2014 “De mujer a mujer” Por: Pilar Calle de Hengen