«Para afilar el hierro, la lima; para ser mejor persona, el amigo»
(Proverbios 27: 17, TLA).
Jesse Owens sabía qué estaba pensando el público en las gradas mientras él entraba en el estadio. Estamos en Berlín, Alemania, en 1936. Adolf Hitler, el dictador del país, buscaba probar su teoría de que todos aquellos que no fueran rubios y tuvieran los ojos azules, eran inferiores, especialmente la gente de raza negra y los judíos.
Con esto en mente, y sin haberse quitado todavía los pantalones largos y la chaqueta, Jesse hizo una práctica de salto de longitud, que era su especialidad. A pesar de que había sido un ensayo, los jueces se lo contabilizaron como su primer salto. Nervioso, lo intentó nuevamente, y falló. Cuando estaba a un salto de ser eliminado, un atleta alto, rubio y de ojos azules, se acercó a él y se presentó como Luz Long. Inseguro por lo que el alemán pudiera estar tramando, Jesse le dio la mano:
—Un placer conocerte —le dijo Jesse—, ¿cómo estás?
—Muy bien —le respondió Long—. Aunque la pregunta es cómo estás tú.
— ¿Por qué me preguntas eso? —respondió Owens.
—Algo te ocurre. Un atleta como tú podría clasificarse con los ojos cerrados.
Dos hombres: uno, hijo de un aparcero negro; el otro, modelo ideal del hombre nazi, continuaron conversando. Entonces, Long, que no creía en las teorías de Hitler, aconsejó a Owens sobre cómo asegurarse la clasificación. Esa tarde Owens comenzó su jornada con un nuevo récord olímpico en salto, pero Luz lo superó. Sin embargo, en el salto final, Owens batió el récord al saltar 8.06 metros, obteniendo así la medalla de oro. El primero en felicitar a Owens, a plena vista de Hitler, fue Luz Long. La amistad de los dos continuó hasta la muerte de Luz en 1943. Jesse Owens dijo un tiempo después: «Se podrían fundir todas las medallas y copas de oro que gané, y no valdrían nada frente a la amistad de veinticuatro quilates que hice con Luz Long».
¿Cuál es la prueba de una verdadera amistad? Como demostraron Luz Long y Jesse Owens, los verdaderos amigos se ayudan y se fortalecen mutuamente.
Tomado de: Lecturas devocionales para Menores 2014 “En la cima” Por: Kay D. Rizzo