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Lugar: Alemania
Palabra de Dios: Salmo 44.21
¿Alguna vez fuiste a un hospital o clínica para que te tomaran rayos X? Si lo hiciste, puedes estar agradecido a Wilhelm Konrad Von Roentgen, un físico alemán, quien descubrió el proceso allá, en 1895. Este proceso comprende rayos que penetran, conocidos como «rayos Roentgen», producidos por un tubo que contiene dos electrodos.
Los primeros rayos X que se tomaron alguna vez no fueron de huesos, sino de una llave, y sucedió por accidente. Roentgen estaba trabajando en un laboratorio, haciendo experimentos con un tubo que producía rayos de electrones, llamados rayos catódicos. Un día, mientras salía para almorzar, dejó el tubo, todavía encendido, sobre un libro.
Lo que Roentgen no sabía era que, dentro del libro, había una llave, y que el libro estaba apoyado sobre papel fotográfico. Más tarde, cuando el científico encontró el papel y lo reveló, descubrió la imagen de la llave.
Hoy en día, los rayos X son una parte importante de la medicina y de la ciencia. Por ejemplo, si tienes un hueso roto, el médico le hace sacar una radiografía, para comprobar cuán seria es la fractura. Cuando te sacan una radiografía, los rayos atraviesan tu cuerpo y arrojan sombra sobre la película. Como los rayos no pueden pasar tan fácilmente por el hueso, crean sombras más densas, que se ven como zonas más claras, en la película.
¿No es grandioso que los profesionales de la salud puedan ver lo que hay en tu interior? Dios puede hacer lo mismo, pero no necesita de la ayuda de rayos X o de la tecnología moderna. «El conoce los más íntimos secretos». Y quiere hacerte una mejor persona por dentro y por fuera.
Tomado de: Meditaciones Matinales para Menores 2013
“En algún lugar del mundo”