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En aquella ocasión algunos que habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacrificios (Lucas 13: 1).
Yo no sé si alguna vez te ha ocurrido, pero más de una vez he querido tener la oportunidad de preguntar al Señor si ha leído el periódico del día y pedirle que me explique por qué han sucedido algunas cosas. Cierto día, un grupo de personas le preguntaron sobre las noticias más recientes. El encabezado de un periódico de aquella época habría dicho así: «Fieles masacrados mientras ofrecían sacrificios al Señor».
Un grupo de galileos fieles había ido a Jerusalén para adorar. Quizá se dejaron llevar por la emoción religiosa que se tomó en frenesí, y luego en revuelta política. Pilato, que no tenía escrúpulos, los había inmolado sobre los mismos altares en los que hablan ofrecido sus sacrificios. La respuesta de Jesús fue muy significativa: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? ¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan» (Luc. 13: 2, 3).
Jesús no respondió por qué sucedió aquel hecho. Solamente aclara que cuando vienen las calamidades no debemos pensar que tal cosa les pasó a tales personas porque eran más pecadoras que los demás. Debemos pensar, sin embargo, que a menos que nos arrepintamos, todos acabaremos muriendo. Dios nos llama al arrepentimiento por medio de diversas circunstancias.
Luego Cristo contó la historia de un hombre que tenía una higuera en un viñedo. El hombre intentó durante tres años que la higuera diera fruto pero no tuvo éxito. Entonces pidió al viñador que la cortara, pero este intercedió para que tuviera un año más de oportunidad (lee Luc. 13:6-9).
¿Te has puesto a pensar qué extraña es esa historia? Las higueras no están en los viñedos. Producen higos, no uvas, ¿Qué hacía la higuera allí? Aparentemente, tanto el dueño como el viñador se habían encariñado con ella y no habían querido cortarla. La higuera estaba allí por gracia. El único argumento que puede ofrecer el viñador para que se le dé un año más de vida a la higuera es que la ama y desea trabajar en ella. Si no tiene éxito, deja al dueño la triste tarea de cortarla porque él no quiere.
¿Por qué te dio Dios vida este año? Yo creo que por gracia. Nos ha dado su protección sencillamente porque nos ama. ¿No crees que deberíamos corresponder a ese amor con frutos de arrepentimiento?
Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz