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De las cosas más comunes en la vida del ser humano se encuentra la intrigante pregunta del Porqué de las cosas que suceden, pregunta en la que pocas veces se obtiene una respuesta que sacie nuestra desesperada incertidumbre.
A lo largo del tiempo, atravesamos infinidad de situaciones inesperadas, una a una cada vez más singular que la anterior, y aunque pasamos la página y luego de la tormenta llega la calma pareciera que el recuerdo de esas difíciles situaciones se queda con nosotros, quizá para recordarnos lo que Dios desea que aprendamos, o tal vez para entender lo que quiso decir salomón cuando dijo que todo es vanidad; aun así es irónico pensar en ese conocido dicho que expresa “Todo tiempo pasado fue mejor”, seguramente alguna vez lo has mencionado o pensado cuando recordamos nuestra infancia, los momentos de nuestra juventud, incluso el año pasado y a pesar de los errores y cosas difíciles pensamos “qué tiempos aquellos” pero que sabio fue salomón al escribir, “Nunca digas ¿cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntaras con sabiduría” Ecle: 7:10.
A medida que vamos creciendo vamos albergando en nuestro corazón lo que hemos aprendido a cada paso, nuestra mente va sumando al banco de recuerdos todas esas circunstancias en las que nos hemos encontrado aunque ya hayamos decidido “pasar la página”, circunstancias que bien o mal han sido permitidas por Dios simplemente para hacernos entender que nada hay después de él; que cuando crees que lo sabes todo, sin darte cuenta sucede lo inesperado y encuentras que lo mucho que creías en realidad no era nada, que algo muy pequeño puede cambiar tu vida y entonces sucede, allí donde no parece tener sentido alabar a Dios y hay infinidad de razones para estar molestos con la vida, es donde Dios busca que entiendas que aunque pase todo en esta tierra Su amor permanece para siempre. Es donde se cumple su propósito de que en realidad anheles ese maravilloso día donde “enjugara Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron Apoc 21:4. Es donde encuentras que tu victoria no se encuentra en cosas terrenales sino en su maravillosa promesa cuando dijo, “el que venciere heredara todas las cosas, y yo seré su Dios, y el será mi hijo». Apoc 21:7.
Escrito por: Jazmin Barros Navarro
¿Confías en Dios?
Narrado por : Jazmin Barros Navarro
