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Lugar: África
Palabra de Dios: Romanos 12:2
Dos chicos estaban sentados, cierta vez, a la orilla de un río, observando cómo nadaban y comían algunos patos silvestres cerca de unos juncos. Tengo una idea propuso Adunbe. Atrapemos algunos de esos patos.
¿Cómo? preguntó su amigo Tor.
Adunbe le dijo entonces lo que tenía en mente.
Al día siguiente, los dos chicos volvieron a la orilla del río con unos zapallos. Los colocaron con cuidado cerca de los juncos, donde a los patos les gustaba comer. Al comienzo, no les gustaron a los patos esos objetos extraños y, nerviosos, se mantuvieron lejos de ellos. Pero, al ir acostumbrándose a tener los zapallos cerca, los patos se fueron acercando nuevamente a los juncos.
Es hora de la fase número dos anunció Adunbe.
Los chicos buscaron dos zapallos grandes y los vaciaron. Después de hacerles un par de agujeros para los ojos, los dos chicos se pusieron los zapallos sobre la cabeza y se metieron silenciosamente al agua. Y allí se quedaron, con las cabezas fuera del agua.
Pero, ahora los patos ya no temían a esas cosas anaranjadas que flotaban cerca, así que no se alarmaron. Siguieron comiendo cerca de los juncos, y cuando un par de ellos se acercó a las cabezas de zapallo, los muchachos los asieron rápidamente de las patas. Habían engañado a los patos y les habían hecho creer que todo estaba bien. Las aves se habían acostumbrado tanto a ver los zapallos que no pudieron percibir el peligro.
Tú y yo debemos ser cuidadosos, para no caer en una trampa así. No debemos acostumbrarnos al pecado de manera que ya no veamos sus peligros. La Biblia nos dice: «No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta».
Tomado de: Meditaciones Matinales para Menores 2013
“En algún lugar del mundo”