Matinal para jóvenes 2013 Para el: 23 octubre
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Él Señor habló con Moisés y le dijo: «Toma en cuenta que he escogido a Bezalel, hijo de Uri y nieto de Jur, de la tribu de Judá, y lo he llenado del Espíritu de Dios, de sabiduría, inteligencia y capacidad creativa para hacer trabajos artísticos en oro, plata y bronce, para cortar y engastar piedras preciosas, para hacer tallados en madera y para realizar toda clase de artesanías. Además, he designado como su ayudante a Aholiab hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan» (Éxodo 31: 1-6).
Una de las cosas más admirables que nos puede suceder es recibir algún talento de Dios para utilizarlo en el avance de su obra. Cuando Dios entregó a Moisés los planos de la construcción del santuario del desierto, el trabajo era tan especial y difícil que dio talentos extraordinarios a dos hombres para que dirigieran la obra: Bezalel y Aboliab, ¡Qué privilegio!
Elena G. de White dice que los hijos de Bezalel y Aholiab heredaron en gran medida las habilidades dadas a sus padres, y durante mucho tiempo se mantuvieron humildes: Con el tiempo, sin embargo empezaron a pedir salarios más elevados por sus habilidades especiales, y después empezaron a trabajar para reyes de las naciones vecinas donde ganaban más. El noble espíritu de sus padres fue reemplazado poco a poco por el egoísmo y el deseo de riqueza.
Uno de los descendientes de Aholiab fue Hiram Abí, que trabajaba para Hiram, rey de Tiro, y fue contratado para dirigir la construcción del hermoso e imponente templo de Salomón. Aquel hombre era muy hábil, pero también egoísta y amaba el dinero, y exigió un salario exorbitante por sus servicios. Salmón debió prever hacia dónde conduciría ese espíritu y confiar en que Dios dotaría de talentos a otro hombre que dirigiera la obra, pero no fue así, y cedió a sus demandas. Pronto quienes estaban bajo la dirección de Hiram Abí empezaron a pedir salarios elevados, e imperceptiblemente el espíritu del egoísmo dominó el servicio del templo y la nación. Dios había dado muchas riquezas a Salomón que debieron usarse para ayudar a los pobres, pero unos pocos se beneficiaron de ellas y los pobres fueron oprimidos. Para mantener el estilo de vida de la nación, Salomón empezó a exigir impuestos elevados y el país se hundió en una tiranía. Para entenderlo mejor, lee el capitulo 4 de Profetas y reyes.
Cuando Dios nos da talentos espera que los usemos para su obra y para nuestro propio sustento. Sin embargo, tenemos que mantener un espíritu de abnegación. ¿Usas los talentos que Dios te dio para la edificación de su reino?
Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz
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