Palabras al corazón Para el: 04 octubre
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El divorcio lleva en sí implicaciones vitalicias para los niños.
Ahora se sabe que el desarrollo emocional de los niños está directamente relacionado con la presencia de la interacción afectuosa, favorecedora, sostenida y continua con ambos padres. Cualquier cosa que interfiera con la relación vital que el niño tiene con su padre o madre puede tener consecuencias duraderas para él.
Un estudio muy significativo reveló que noventa por ciento de los niños de padres divorciados sufrieron un agudo sentido de perturbación emocional cuando ocurrió la separación, incluso profunda aflicción y temores irracionales. Cincuenta por ciento reportó sentirse rechazados y abandonados, y en efecto, la mitad de los padres no regresaron a ver a sus hijos sino tres años después del divorcio. Una tercera parte de los niños y niñas temían que el progenitor que les quedaba los abandonara, y sesenta y seis por ciento experimentaron nostalgia por el progenitor ausente con una intensidad que los investigadores describieron como abrumadora. Lo más significativo, treinta y siete por ciento de los niños se hallaban más infelices e insatisfechos cinco años después del divorcio de lo que habían estado a los dieciocho meses. En otras palabras, el tiempo no sanó las heridas.
Ese es el significado real del divorcio. Eso es ciertamente lo que viene a mi mente cuando veo, con justa indignación, la infidelidad y engaño marital presentados en la televisión como cierta clase de juego emocionante para dos. ¿Qué clase de emoción? ¿Qué clase de juego?
Escrito por: Dr. James Dobson
El corazón del Hogar.
Narrado por: Mario Palafox Martínez
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