Matinal Para Damas 2013 Para el: 25 septiembre
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Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza. Solo él es mi roca y mi salvación; él es mi protector y no habré de caer. Salmo 62: 5-6
La mayor parte de las mujeres tiene la misma queja respecto a las demandas cotidianas de la vida: «Tengo muchas cosas que hacer y poco tiempo para terminarlas». Quien siente que un día no le es suficiente para realizar sus tareas, tendrá que respirar profundamente y dedicar tiempo para analizar lo que hace; asimismo para decidir la forma en que piensa llevarlo a cabo.
Sería buena que te hicieras algunas preguntas. ¿Acaso estas por cumplir las tareas que te corresponden, o te encargas de cosas que otros deberían hacer? ¿Eres verdaderamente efectiva en el uso del tiempo? ¿Con qué frecuencia se te escapa el tiempo y no sabes en que lo has empleado? Recuerda que el Señor nos dice; «Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo» (Ede. 3: 1).
Cuando las madres y amas de casa nos enfrascamos en los quehaceres propios del hogar, y eximimos de los mismos a los demás miembros de la familia, cometemos un grave error, ya que no consiste en cumplir con tareas que no nos corresponden. Hacemos un gran bien a nuestros hijos cuando les enseñamos a colaborar con las tareas del hogar. Si no lo hacemos, entonces los privarnos del privilegio de ejercer sus capacidades, y los convertimos en inútiles para el trabajo. Los hijos deben disfrutar mientras colaboran con su madre en las tareas domesticas. Ninguna de ellas es degradante; por el contrario, ayudan a desarrollar nuestro sentido de utilidad y el gozo del servicio.
Por otro lado, la esposa debe encontrar en su esposo a un aliado en el cuidado del hogar. Él puede, con solicitud y para el amor que dice sentir hacia su esposa, ayudarla a llevar las cargas. No pierde masculinidad el esposo que entra a la cocina para ayudar y no únicamente a comer.
Amiga, no te enfrasques en tareas innecesarias. Haz lo que te corresponde con placer y calma. Recuerda que, en medio del ajetreo diario, debes hacer una pausa con el fin de pasar tiempo a solas con tu Maestro y Señor. Que tu pensamiento en este día sea: «Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi salvación. Únicamente él es mi roca y mi salvación; él es mi protector. ¡Jamas habré de caer!». (Sal. 62: 1-2).
Tomado de: Meditaciones Matinales para Damas 2013
“Aliento para cada día”
Por: Erna Alvarado
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