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“Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra” Hechos 6:4
¿Recuerdan el escenario de este versículo? – pues bien, el contexto de este verso está enmarcado en la escogencia de los primeros diáconos.
En hechos 6:1-7 se registra este importante acontecimiento. Habían muchos discípulos para este tiempo, pero solo algunos de ellos ejercían algún cargo por decirlo así (los apóstoles), los discípulos en cambio para entonces, aún no tenían labor asignada. Pero tan pronto como la palabra de Dios se esparcía, junto con ella las responsabilidades crecían. “no es bueno que nosotros descuidemos el ministerio de la palabra de Dios para servir a la mesas” esta fue la declaración que hicieron los apóstoles ante las quejas de los creyentes griegos a los hebreos porque se había descuidado a las viudas en su asistencia diaria. ¡El servicio, que punto importante! Discípulos dispuestos a servir como su Señor, ese era el grito que se dejaba oír de las almas necesitadas y también el deseo del mismo Jesús.
Los apóstoles comprendieron que era importante que empezaran a trabajar en equipo, distribuir responsabilidades que conducirían a un mismo fin, mostrar a Jesús a la población; y tenían este punto muy claro, tanto así que se hizo reunir a todos los discípulos y dándoles a conocer la situación y la necesidad de personas dispuestas a servir, escogieron a siete miembros de entre ellos, de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría a quienes se les encargaría finalmente esa labor.
Hasta este punto hemos mencionado tres grandes aspectos que son fundamentales en la vida (no solo la cristiana): la oración, la palabra de Dios y el servicio. Como ejemplo a seguir se encuentra Jesús, fue el máximo exponente de la palabra de Dios, cosa que logró por el poder recibido del Padre a través de la oración, y es sin duda alguna el mayor ejemplo de servicio.
¡Que importantes son estos aspectos! Pero podríamos pensar que no es tan sencillo hacer lo mismo ahora, sobre todo en lo que se refiere a servir. Bueno en realidad si es posible, pero solo hay algo que es el motor de todo lo que hemos mencionado, eso que nos impulsa a compartir la palabra de Dios, lo que nos motiva a comunicarnos con él y lo que nos mueve sin duda alguna a servir a otros, ese secreto, la fórmula de ese componente maravilloso tiene solo cuatro letras: AMOR.
Así es, el amor es lo que hace posible llevar una vida feliz aquí en la tierra, que por cierto no es nuestro hogar. Y bien, sabemos que existe una fuente que emana amor, y esa fuente es El Dios creador del cielo y de la tierra; de él se dice qué es el amor. (1 Juan 4:8). Cuando alguien llega a amar a Dios, entonces automáticamente sentirá amor propio y por los demás, es esto entonces lo que lo motiva a contarle a otros del amor de Dios, porque le duele ver sufriendo a su hermano. A permanecer en comunión con Dios, a ser sus amigos y hablar con el mediante la oración, porque finalmente han comprendido que es Dios la fuente de vida y poder y que separados de él nada se puede hacer. (Juan 15:5) Y por supuesto, es este amor el motor de su deseo de servir, a Dios, por ende al prójimo.
Dios desea que nuestra estadía aquí en la tierra sea lo más amena posible, por eso nos invita a que pongamos en práctica estos aspectos, empezando obviamente por conocerlo a él mediante el estudio de su palabra, la contemplación de su poder a través de lo que nos rodea, y conociéndole entonces llegar a amarlo; después de esto, lo demás fluirá suavemente, la oración será para nosotros una delicia, pues eso es lo que produce hablar con Jesús; y no sentiremos ya en el corazón egoísmo, por el contrario serán muchas y muy grandes las maravillas que contemplaremos de Dios que sencillamente tendremos que compartirlas, y así mismo suplir las necesidades del otro será un gran placer. ¡Que rico que podamos empezar a conocer a Dios ahora mismo, sí, ahora mismo, tanta felicidad es para disfrutarla y compartirla desde ya! Dios está ansioso de que comiences a conocerlo, ¿qué esperas?
Escrito por: Ana López
Narrado por: Ana López
