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¿Ha notado que hay dos clases de niños en el mundo? Sí, hay niños y niñas, pero también difieren en otro importante aspecto. Podemos dividirlos en dos categorías de acuerdo con sus temperamentos básicos.
La primera está compuesta de «niños adaptables», los que duermen toda la noche desde la segunda semana de vida. Les hacen gorgoritos a sus abuelos, y sonríen mientras les cambian el pañal. Nunca vomitan camino a la tienda o a la consulta del médico porque eso sería una molestia para sus padres. Luego cuando son mayorcitos, les gusta mantener sus cuartos limpios y realizan brillantemente la tarea escolar sin que se lo pidan.
También están los niños que podríamos llamar «voluntariosos». Ellos captan la atención de sus madres mucho antes de nacer porque comienzan a arañar las paredes, para gravar sus iniciales y a patear como locos. Entran al mundo protestando a gritos acerca de la temperatura de la sala de maternidad, y quejándose de la total incompetencia del personal médico. De los ocho meses en adelante, desean dirigir las cosas y decirles a todos lo que tienen que hacer. Su palabra favorita es: «¡No!»
La crianza de los niños adaptables es un paseo, por supuesto, pero también los niños más fuertes pueden salir buenos. La clave es moldear esa voluntad firme durante los primeros años sin quebrantar el espíritu. Esto se logra por establecer límites muy marcados, y con amor y firmeza, hacer que se respeten. Aun los niños más obstinados aprecian la seguridad de un ambiente estructurado en el que se protegen los derechos suyos tanto como los ajenos. Esa tarea es uno de los desafíos más importantes de la crianza.
Cuando se hace bien, aún el niño más independiente puede aprender a ser responsable y autodisciplinado.
Escrito por: Dr. James Dobson
El corazón de Hogar.
Narrado por: Mario Palafox Martínez