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Si existe un arma mágica que los adolescentes emplean para manipular a sus padres, son estas cinco palabras: «Tú no confías en mí».
Desde el momento en que un joven nos acusa de ser desconfiado e imaginarnos lo peor, comenzamos a retroceder, «No, querido, no es que no confíe en ti para que salgas con tus amigos o uses el auto, es que yo…», y entonces se nos acaban las palabras. Nos hallamos a la defensiva, y se acabó la discusión.
Bueno, puede que sea hora de que reconozcamos que la confianza es divisible. En otras palabras, podemos confiar en nuestros hijos en algunas cosas pero no en otras. No es una proposición de todo o nada. De esta manera funciona cada día el mundo de los negocios. A muchos de nosotros se nos autoriza, por ejemplo, para gastar el dinero de ciertas cuentas de nuestra compañía, pero no a disponer de todos sus fondos. Para darnos otro ejemplo, yo no confío en mí mismo para intentar ciertas cosas, como saltar en paracaídas o arrojarme de una torre alta sujeto por una cuerda elástica.
Por lo tanto, dejemos de ser manipulados por nuestros hijos y afirmemos tajantemente que la confianza viene en etapas. Un poco ahora, y más en lo sucesivo.
Los padres tienen la tarea de arriesgar sólo lo que ellos razonablemente esperan que sea manejado sin problemas. Más de eso no es en realidad confianza; es imprudencia.
Escrito por: Dr. James Dobson
El corazón de Hogar.
Narrado por: Mario Palafox Martínez