Las maravillas de la creación de Dios
[soundcloud id=’99751823′]
Recientemente oí un sorprendente relato acerca de la perseverancia del salmón del Pacífico, de un vídeo de la naturaleza producido por el Instituto de Ciencia Moody. Un salmón fue procreado en un vivero en el norte de California, soltado en un canal que conducía a un arroyo, el arroyo a un río y el río al Océano Pacífico.
Después de su salida nada el mar, el pez nadó miles de kilómetros. Entonces, como si se lo ordenaran, comenzó un arriesgado viaje de regreso al lugar donde había nacido. El pez localizó no sólo el punto por donde había entrado al océano, sino el río, el arroyo y la misma salida por donde lo habían soltado.
Ahora viene la parte casi increíble de la historia. El salmón navegó contra la corriente por un desagüe y se abrió paso por entre una pesada tapa de malla que cubría un caño vertical de un metro de diámetro, todo para terminar en el mismo tanque en el que había sido incubado. Una marca especial en su aleta dorsal confirmó la asombrosa odisea.
Mientras reflexionaba sobre esta hazaña, se me ocurrió que hay, quizás, un paralelismo entre la vida primitiva del salmón y el impacto que nosotros, como padres, hacemos en nuestros hijos. Nuestros niños son moldeados permanentemente por el amor y el entrenamiento que reciben en el hogar. Siempre serán influenciados por las experiencias que caracterizaron a la familia en la cual se criaron. Ninguna experiencia se pierde del todo. Aun a los cincuenta años de edad, ellos «recordarán» y se guiarán por lo que se les enseñó en su niñez. Es un hecho asombroso.
Escrito por: Dr. James Dobson
El corazón de Hogar.
Narrado por: Mario Palafox Martínez
