El amor incondicional de una niña
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A veces las mejores lecciones nos las dan nuestros hijos.
Hace algún tiempo, un amigo mío castigó a su hija de 3 años de edad por desperdiciar un rollo de papel de envolver dorado. El dinero escaseaba, y el se enfureció al ver que la niña trataba de decorar una caja para ponerla debajo del árbol de navidad. Sin embargo, a la mañana siguiente, la niña le trajo el regalo a su padre, y le dijo:
-Esto es para ti papito.
Él se sintió avergonzado por su anterior reacción desmedida, pero su ira volvió a encenderse cuando halló que la caja estaba vacía.
El padre le gritó a la niña:
-¿No sabes que cuando uno da un regalo se espera que contenga algo?
Ella lo miró con lágrimas en los ojos y le dijo:
– Oh papito la caja no está vacía. Yo metí besos en ella y la llené de mi amor. Todo para ti, papito.
El padre se sintió abrumado. Abrazó a su hijita y le pidió perdón.
Mi amigo me dijo que mantuvo esa caja dorada junto a su cama por varios años. Siempre que estaba desanimado, sacaba un beso imaginario y recordaba el amor de su hija que lo depositó en ella.
En un sentido muy real, a cada uno de nosotros se nos ha dado una caja dorada llena de amor incondicional de nuestro Padre celestial. Nadie podría atesorar algo más valioso que eso; esa caja dorada es Cristo Jesús donde el Padre nos depositó su amor.
Escrito por: Dr. James Dobson de su libro: “El Corazón del Hogar”.
Narración y adaptación: Mario Palafox Martínez y Edith Azpiazu
