“Viene como un pastor que cuida su rebaño; levanta los corderos en sus brazos, los lleva junto al pecho y atiende con cuidado a las recién paridas” (Isaías 40:11)
En tiempos bíblicos, ser pastor era un trabajo muy común. Era normal que incluso los niños pequeños supieran cuidar a los animales. Los pastores llevaban sus rebaños a pastar y los protegían de los peligros circundantes.
Hoy en día, este ya no es un trabajo tan común, pero aún existe. Actualmente, la profesión incluso ha adquirido un giro moderno. Un ejemplo de esto es lo que ocurre una vez al mes en una ciudad de Francia. Los denominados ”pastores urbanos” son un grupo de pastores que lleva a los animales a pasear por la ciudad, y atraen la atención de todos.
Antiguos o modernos, los pastores siempre tienen algo en común: el cuidado y el cariño por su rebaño. Eso lo que Dios hace con cada uno de sus hijos. Somos Sus Ovejas y formamos parte de ese rebaño. Con sus brazos de amor, nos protege de daño nos lleva descansar un lugar tranquilo.
Deja que él sea tu Pastor. Te guiará a través de pastos super verdes y tendrás la mejor agua para beber. Cuando surjan dificultades, él se ocuparé de ti. Al final este maravilloso recorrido, te recibirá en el cielo. ¡Será genial!