«Cuando la fiesta terminó y emprendieron el regreso, sucedió que el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo notaran». Lucas 2:43, RVC
NI UN SOLO ACTO EN LA VIDA de Jesús careció de importancia. Cada acontecimiento de su vida fue para el beneficio de sus seguidores del futuro. Esta circunstancia de la demora de Cristo en Jerusalén enseña una lección importante. […]
Jesús conocía los corazones. Sabía que, al volver la muchedumbre de Jerusalén, habría muchas conversaciones y comentarios que no estarían sazonados con humildad y gracia, y el Mesías y su misión se olvidarían casi del todo. Eligió volver de Jerusalén solo con sus padres; pues al retirarse, su padre y su madre tendrían más tiempo para reflexionar y meditar en las profecías sobre su futuro sufrimiento y muerte. No quería que los penosos acontecimientos que iban a experimentar cuando él ofreciera su vida por los pecados del mundo fueran nuevos e inesperados para ellos. Se separó de ellos cuando volvían de Jerusalén. Después de la celebración de la Pascua, lo buscaron con dolor durante tres días. […]
Aquí hay una lección para todos los seguidores de Cristo. […] Es necesario ser cuidadosos en palabras y acciones cuando los cristianos están juntos, no sea que Jesús sea olvidado por ellos y continúen indiferentes al hecho de que Jesús no está en su medio. Cuando se dan cuenta de su estado, descubren que han viajado sin la presencia de Aquel que podría dar paz y gozo a su corazón, y se ocupan días en volver y buscar a Aquel a quien deberían haber retenido consigo cada momento. Jesús no estará entre los que descuidan su presencia y se ocupan de conversaciones que no tienen ninguna referencia con su Redentor. […]
Todos tienen el privilegio de retener a Jesús consigo. Si lo hacen, sus palabras deben ser selectas, sazonadas con gracia. Los pensamientos de su corazón deben encaminarse a meditar en los asuntos celestiales y divinos.— The Review and Herald, 31 de diciembre de 1872.