«Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en el favor de Dios y de toda la gente». Lucas 2:52, NTV
CRISTO VIVIÓ UNA VIDA de intenso trabajo desde sus más tiernos años. En su juventud, trabajó con su padre en el oficio de carpintero y así honró toda labor. Aunque era el Rey de toda la gloria, al seguir un humilde oficio, reprochó la ociosidad en cada miembro de la familia humana, y dignificó toda labor como noble. […] Desde la niñez fue un modelo de obediencia y laboriosi-dad. Era como un agradable rayo de sol en el círculo familiar. Fiel y alegremente cumplió con su parte en los humildes deberes. Aunque su sabiduría había asombrado a los doctores, humildemente se sometió a sus guardianes humanos. […] El conocimiento que adquiría diariamente en su admirable misión no lo descalificó para realizar los más humildes deberes.
Alegremente emprendía el trabajo que incumbe a los jóvenes que moran en hogares apremiados por la pobreza. Comprendía las tentaciones de los niños, pues soportaba sus pesares y pruebas. […] Aunque tentado al mal, rehusaba apartarse en un solo momento de la más estricta verdad y rectitud.— The Signs of the Times, 30 de julio de 1896.
Cristo es el ideal para toda la humanidad. Ha dejado un perfecto ejemplo para la niñez, la juventud y la edad madura. Vino a esta tierra y pasó por las diferentes fases de la vida humana. Hablaba y actuaba como otros niños y jóvenes, con la excepción de que no cometió faltas. El pecado no tenía lugar en su vida. Siempre vivió en una atmósfera de pureza celestial. […]
Jesús recibió su educación en el santuario del hogar, no meramente de sus padres, sino de su Padre celestial. Al crecer, Dios le explicó más y más la gran obra que había delante de él. Pero a pesar de su conocimiento de esto, no tenía aires de superioridad. Nunca causó pena o ansiedad a sus padres. Se gozaba honrándolos y obedeciéndolos. Aunque no ignoraba su gran misión, consultaba los deseos de ellos y se sometía a su autoridad.— The Youth’s Instructor, 22 de agosto de 1901.